sábado, 18 de marzo de 2017

UN PADRE QUE NOS ESPERA CON LOS BRAZOS ABIERTOS

(Lc 15,1-3.11-32)
Siempre es bueno, nos lo avala la experiencia, dejar una puerta abierta a la reconciliación y el perdón. Porque nuestra vida da muchas vueltas y, sujetos al error humano, necesitamos dejar siempre a mano la posibilidad de encontrarnos y perdonarnos mutuamente. Porque cada día amanece con nuevas esperanzas y afanes, y todos nos necesitamos.

Hoy la vida te sonríe, pero mañana puede entristecerte. Es bueno estar a bien con todos, porque puedes necesitar, mañana, una mano extendida para asirte a la superficie y encontrar nuevas bocanadas de aire que rejuvenezcan tu maltrecho corazón. Cada instante se hace nuevo y te ofrece una nueva oportunidad de amar. Pero, para eso necesitas estar abierto al amor. Y la llave es el perdón.

Nuestra naturaleza está gravemente herida. Está sujeta al pecado y vencida por éste. Nos será imposible vencer con nuestras  propias fuerzas. Necesitamos ayuda, y, más que ayuda, Misericordia. Porque nuestros merecimientos no alcanzan el perdón ni la acogida. Sólo una Misericordia Infinita puede acogernos y salvarnos. Y ese es nuestro Padre Dios. Padre amoroso que nos recibe con los brazos abiertos. Él sólo nos acoge y nos perdona.

Ni siquiera nuestros propios hermanos son capaces de perdonarnos. Los criterios de nuestra humanidad caída no perdonan. Medimos por méritos y castigamos por incumplimientos. Sin embargo, necesitamos experimentar nuestros propios pecados para darnos cuenta de nuestra pobreza. Sólo en la profundidad del límite de nuestras miserias experimentamos la necesidad de la misericordia. Desgraciadamente tenemos que bajar hasta ellas para anhelar la misericordia. Una Misericordia Infinita que perdona todo y olvida todo. Y nos acoge y abraza sin merecérnoslo.

La parábola del Hijo pródigo es la expresión y manifestación del Amor de Dios que nos descubre su paciencia y su infinito amor a pesar de nuestros desplantes y rechazos. Por su Infinita Misericordia mantenemos la esperanza de salvación.

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