sábado, 19 de mayo de 2018

CON LA MIRADA SÓLO PUESTA EN JESÚS

Resultado de imagen de Jn 21, 20-25
Diría que es necesario que hayan diferencias. El Creador nos ha creado, no de forma homogénea, sino diferentes, personalizando en cada uno unas características individuales y singulares que nos hacen a todos diferentes e irrepetibles. Y esa forma de ser de cada uno se nota en nuestra convivencia como seres sociales y en relación que somos. Un denominador común, el amor, un sello personal y característico que es impronta de cada ser, criatura de Dios.

Todos los colectivos, grupos, asociaciones y partidos de cualquier índole están contagiados de esas diferencias de sus miembros que entran en conflictos con cierta facilidad y frecuencia. Es entonces cuando experimentamos la imperiosa necesidad del amor. Sin amor no sería posible permanecer asociados y, menos, unidos. El amor actúa como disolvente de todas las sustancias tóxicas que amenazan con destruir la convivencia, el grupo, la asociación o el partido, y consigue que, a pesar de las diferencias, permanezcan unidos.

El amor es totalmente necesario, pero no es algo que se pueda comprar. Es una fuerza interior que arrastra y que nos viene dada desde nuestra creación. Tiene que ver nuestra semejanza con el Dios Uno y Trino - Gn, 1, 26- que nos ha creado a su imagen y semejanza. Por eso, experimentamos deseos irresistibles de amar y sin amor quedamos vacíos y desorientados. Sin embargo, también, porque nuestra naturaleza está herida y tocada por el pecado, podemos elegir rechazar el amor y vivir en el mal, la mentira y el desamor. Todo dependerá de nuestra libre elección.

Si queremos y optamos por amar, que es nuestra condición natural a la que estamos llamados, tenemos que sostener los ojos firmes en Jesús. Él es la plenitud del Amor del Padre, revelado al hombre en la tierra, y Fuente de donde brota la Gracia que nos inunda, también a nosotros. Él es nuestra meta y nuestro modelo, a quien tenemos que mirar y seguir. Sin prisas, pero sin pausas, sin desvíos ni distracciones, y con paso firme y seguro. Él es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.

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