Lc 24,35-48 |
Iban, eran dos, de retirada, desilusionados,
desencantados, como si lo que hubiesen vivido fue un cuento de hadas. Creían
una cosa y, al parecer, todo se había convertido en un sueño e ilusión. No
sucedió lo que nosotros pensábamos, se decían el uno al otro. Y, he aquí, que
aparece un viajero que se les añade y, parece, que no sabe nada. Pregunta sobre
lo que hablan y le reprochan que no sepa nada al respecto. Toda Jerusalén lo ha
vivido y lo sabe. Posiblemente, también nosotros – ahora en nuestro tiempo –
nos hayamos enterado por las Escrituras.
Sin embargo, sorprendentemente, aquel viajero les
revela y descubre la coherencia entre lo ocurrido y lo que dicen las
Escrituras. Estaba cantado y profetizado que eso iba a suceder. ¿Es que ustedes
no se han enterado? Al parecer, son ellos los que están despistados, en otro
mundo, pensando según sus ideas, suposiciones y pensamientos. ¿Nos ocurrirá
también a nosotros? Quizás, sin darnos cuenta, también vamos nosotros de
retirada hacia Emaús.
Se dan cuenta; experimentan que sus corazones arden de
gozo, de entusiasmo y alegría. Le descubren al partir el pan y, locos,
emocionados y llenos de esperanza y alegría regresan al grupo. Allí están todos
reunidos y comparten esa experiencia de encuentro. Y, sucede que Jesús se hace
presente entre sus amigos. Hablan de Él y Él se hace presente entre ellos. ¿No
nos lo había dicho? Donde dos o tres se reúnen en mi Nombre, allí estaré yo con
ellos.
Pero, nos cuesta creérnoslo, tanto ayer como hoy. Tiene Jesús que mostrar sus manos y sus pies. E incluso, pedirles comida, para demostrarles que no es un fantasma. También nos ocurre eso a nosotros hoy, suponemos enseguida que son fantasmas las apariciones tanto de Jesús, como su Madre y otros. ¿Qué nos pasa? ¿Nos vamos también nosotros para Emaús?
Compartir siempre fortalece y anima. Así, aquellos discípulos corrieron apresuradamente al grupo para compartir su experiencia. Y tú, ¿
ResponderEliminartienes algo que comparitir: tus esperanzas, tus alegrías, tu fe...?