Eres
libre y, en consecuencia, puedes dirigir tu mirada donde te apetezca y te
interese. Sin embargo, esa libertad no te excusará de que al final de tu vida tenas
que pasar por el filtro de la verdad. El Evangelio de hoy nos lo explica muy
claramente: (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la
multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo:
«Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra
la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla
son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la
sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los
ángeles». De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el
fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus…
Por
mucho que queramos no podremos cambiar nuestro destino. Estamos llamados a ser
felices eternamente, pero somos nosotros los que elijamos esa felicidad eterna.
Es decir, somos libres para escoger. De modo que dependerá de nosotros ser
buena semilla acogiendo y preparando nuestro corazón a la escucha de la Palabra
de Dios y poniendo todo lo que está de nuestra parte – talentos recibidos –
para que, luego, por la Gracia de Dios, demos los frutos esperados. O, el otro
camino, ser cizaña – semilla sembrada por el diablo – que estropea la buena
semilla hasta ahogarla y secarla.
―Podemos
creer o no; podemos hacer lo que nos apetezca y buscar espacios de felicidad,
pero no podremos alcanzar esa felicidad eterna que anhelamos y buscamos ―dijo
Manuel. Entre otras cosas porque esa felicidad buscada no está en los placeres
del mundo.
―Experimento
que es así ―dijo Pedro―, pues por mucho que busquemos siempre estamos igual. No
encontramos la paz ni el sosiego. Son espacios limitados de gozo, pero siempre
con mal sabor y remordimiento.
―Evidentemente,
tú sabes cuando actúas bien o mal. Y aunque quieras disimularlo, tu conciencia
sabe realmente lo que has hecho. Y, al final, la verdad se hará en tu corazón.
La conversación puede seguir y alargarse, pero eso dependerá de ti. Serás tú quien puede agregar más dialogo o reflexión en tus ambientes, con tus amigos o con los que, como tú quieran buscar esa felicidad eterna que a todos ha sido prometida y a todos interesa.
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