Todo depende de la Gracia de Dios sin
discusión. Pero, sin embargo, Dios ha querido tu colaboración, de modo que para
recibir la Gracia tienes tú que poner a disposición, con total disponibilidad y
por amor todo lo que has recibido de Dios – talentos – y esforzarte en
aplicarlos según la Voluntad de Dios. Luego, su Gracia hará lo que tú no
puedas.
Diríamos que, porque así lo ha querido
nuestro Padre Dios, en cierto sentido dependerá de nosotros que recibamos la
Gracia y el don de la fe. No podremos recibirlas por nosotros mismos, pero, sí
abriéndonos, por la libertad que nuestro Padre Dios nos ha dado, a su Palabra.
En el Evangelio de hoy se nos advierte
claramente de esto que decimos: (Mt 13,44-46): En
aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un
tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo
y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo
aquel.» También es semejante el Reino de los…
Es evidente, pensó Manuel, «cuando encuentras algo de mucho valor, tomas lo que tienes y
lo vende para quedarte con ese Tesoro que has encontrado».
―Todo dependerá del valor que le des a ese Tesoro
encontrado ―exclamó Pedro.
―Indudablemente ―agregó Manuel. Vender y dejar
todo lo que tienes por ese Tesoro significa que es tu mayor aspiración, lo
buscado y deseado. Es, precisamente, ese Reino de Dios que todos buscamos.
―Y cuando lo descubres ―compartió Pedro― dejas
todo para comprarlo.
Dejar todo es poner al Reino de Dios en el primer lugar de tu vida. Atrás queda el egoísmo, la soberbia, la avaricia, la ambición, el poder, la fama, el éxito, las comodidades, los apegos y apetencias…etc. Nos reconocemos pecadores y que fallaremos, pero confiamos en la Gracia de Dios, su Infinita Misericordia y nuestra humilde colaboración para resistirnos, levantarnos y seguir adelante.
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