El Adviento nos
recuerda que el Señor, pesente ya entre nosotros, nace cada día en nuestros
corazones. No es algo que ocurrió en un momento de la historia determinado,
sino algo que ocurre cada día. Jesús vive dentro de ti y, dentro de ti, se hace
alimento y vida para el camino. No obstante, Él es el Camino, la Verdad y la
Vida.
Celebramos una vez
más el nacimiento del Señor, pero nunca puede quedar en un mero recuerdo
festivo, sino que debe ponernos en guardia para despertar y estar vigilante a
su venida definitiva. Cada día se produce un nuevo nacimiento del Señor en
nosotros; cada día es una nueva oportunidad para revestirnos de ese amor
misericordioso que Jesús, ese Niño nacido en Belén, nos ofrece y regala.
Sabemos que ha nacido, pero no sabemos cuando volverá. Eso sí, sabemos con certeza, nos lo ha dicho, que vendrá, pero no sabemos el día ni la hora. Por tanto, aguardemos su venida de forma expectante, vigilante y pertrechados con las armas de la oración y los sacramentos. Aguardemos caminando a su lado, injertados en Él y, por su Gracia, resguardados de todo peligro y tentación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.