martes, 28 de mayo de 2024

PRIMERO, DIOS TE HA DADO TODO LO QUE TIENES Y ERES

Seguimos sin darnos cuenta. No podemos estar a medias, o entre pinto y Valdemoro. Es decir, nuestra fe debe ser decidida, entregada y plena. Otra cosa es que la fuerzas nos fallen, la debilidad nos venza y nuestros pecados nos esclavicen. Eso establece una lucha entre el bien y el mal; entre seguir al Señor o darle la espalda; entre perseverar y entregarse con todo el esfuerzo posible. Y eso es lo que quiere el Señor, toda nuestra voluntad y esfuerzo en seguir sus mandatos.

A lo largo de toda la historia conocemos muchas caídas, muchos santos que han pasado por el pecado, por la desidia, por el fracaso, pero, lo verdaderamente significante es que, como aquel hijo pródigo, se han levantado reconociendo el amor misericordioso del Padre y han regresado a su Casa. Esa es también nuestra historia, la de no permanecer caídos en el pecado, sino levantándonos volver al Camino, a la Verdad y a la Vida que está en nuestro Señor Jesús, el Hijo de Dios Vivo.

El Señor nos ha entregado todo. Lo ha revelado en aquella hermosa parábola del Padre amoroso cuando le dice al hermano mayor: «Todo lo mío es tuyo» (Lc 15, 31) … Por este motivo, Pedro y sus compañeros han de tomar nota de que, al dejar «todo», Dios ya lo había hecho antes por ellos. (Francisco José Ruiz, SJ)»

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