Es lo más natural,
ser sencillo y, en consecuencia, desapegado de todo lo que complica la vida. Y
es que los egoísmo hacen más complicado el vivir. El tener obliga a estar
despierto por miedo a que te roben. La mentira exige estar vigilante de que te
puedan descubrir y, por consiguiente, te mantiene tenso, inquieto y angustiado.
Las
confrontaciones y las luchas nacen de los egoísmos por tener más que el otro, y
por pensar que con riqueza tendrás poder. Y con poder serás más fuerte que el
otro y, eso crees, serás más feliz que lo otros. Pero, la experiencia te va
haciendo ver que nada de eso que tú crees y piensas es verdad. Sólo la
sencillez te descubre el gozo de la paz y la felicidad, y te hace experimentar
que tu vida tiene la opción de cambiar a mejor.
Y cuando logras ir
desprendiéndote de todo lo que te hace pesado el camino; de todo lo que te hace
más compleja y complicada tu vida; de todo lo que te inclina a enfrentarte con
los demás en lugar de relacionarte en paz, empiezas a pensar que lo que buscas
está en lo sencillo, en lo que Jesús te propone y te dice:
(Lc 10,1-9): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies …
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