En muchos momentos experimentas que la norma y la ley son contrarias al perdón y al amor. Porque para perdonar hay que amar, y sólo amando se puede comprender que lo importante no es la norma ni la ley, sino el perdón y la misericordia.
Si bien es que, tanto la norma como la ley van en favor de hacer el bien y de ordenar nuestra vida en cuanto a la buena y justa convivencia, si ocurre que en muchos momentos las circunstancias aconsejan actuar fuera de la norma y por encima de la ley. Es el caso que hoy nos narra la Palabra del DIOS, y que JESÚS recrimina a los fariseos.
No debemos empeñarnos tanto cumplir en cuanto perdonar y amar con misericordia, pues cuando se ama ya se está corrigiendo. Y el amado devuelve la misericordia en actitud de corregirse y de actuar en favor del bien común. Pues cuando somos perdonados por JESÚS, sentimos el deseo de no volver a pecar más, a pesar de nuestras limitaciones e impotencias, que nos traicionan y nos tientan de nuevo.
Gracias, SEÑOR, por tu paciencia, por tu espera,
por tu misericordia, y por quedarte a mi
lado para perdonarme, una y cien
veces, por mis caídas y
mis debilidades. Amén.
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