No vale la pena perder el tiempo con cosas que al final no cuenta ni valen para nada. Es el caso de todo lo que podemos encontrar aquí abajo. Son cosas medibles, caducas y que tienen su tiempo contado. Sí, pueden alegrarnos a rato esta vida, pero no nos dan la solución de lo que verdaderamente importa y buscamos.
Porque buscamos la eternidad plena y feliz, y la buscamos porque la sentimos dentro de nosotros, y, sobre todo, porque Alguien nos la ha ofrecido. Alguien que tiene Palabra de Vida Eterna y que, con su Vida, ha pagado por cada uno de nosotros.
Ese es nuestro más preciado Tesoro, y cuando lo hemos encontrado empeñamos todos nuestros recursos y fortuna en comprarlo y mantenerlo, porque en ello nos va la vida. Nada importa sino ÉL, y con ÉL tendremos todo, todos nuestros afanes e inquietudes colmadas y plenas de gozo eternamente.
Por eso, consciente de que no hay mayor tesoro
que alcanzar la presencia del PADRE y
permanecer en ÉL, ruego al
SEÑOR JESÚS que, por
su intersección, nos
de la fortaleza de
no perder el
tesoro de la vida eterna.
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