No sabríamos decir que va primero, la confianza o la petición, porque sólo se pide cuando se tiene confianza, y sólo nace la confianza cuando se tiene fe. Por lo tanto, ambas cosas están entre mezcladas y unidas. Porque la fe lleva al trato y el trato a la confianza. Es lo que sucede a un hijo con su padre. En la familia nace la confianza con el trato diario, y en ella llegamos a confiar y a pedir con fe nuestras necesidades a los padres.
Desde ahí podemos apreciar la fe de este padre que, sin más trato, se acerca a JESÚS confiado de que ÉL puede despertar a su hija a la vida de nuevo. Y, también, la de la mujer que confía en que con sólo tocar el manto de JESÚS sanará. Son dos testimonios que nos dejan impresionados y nos interpelan. ¿Creemos nosotros que el SEÑOR nos atenderá de la misma forma si creemos en ÉL?
Quiero, SEÑOR, pedirte hoy con todas mis
fuerzas la fe de ese padre o de esa
mujer que, sin titubeos, se
interpusieron en tu
camino para
pedirte
sus necesidades. Amén.
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