jueves, 25 de agosto de 2011

SABEMOS QUE SERÁ UN DÍA ( Mt 24, 42-51)


Sí, sabemos que un día llegará el momento de nuestra muerte. Es  de iluso disimularlo o mirar para otro lado. Tampoco no nos va a valer de nada pasar de forma indiferente o no querer enfrentarnos al hecho de que un día tendremos que morir de una u otra forma.

Esa es la realidad y también lo que más nos preocupa. Sin embargo, no parece que actuemos, ante tal hecho, de forma seria y coherente. Si observamos a nuestro alrededor, desde nuestras familias incluso, percibimos que muy poco se habla de este hecho. Es más, incluso llega la muerte a alguno de nuestros familiares o conocidos y tratamos de que pase lo más rápido posible, de que no se hable mucho de ello, de que todo sea como un sueño y de que se olvide lo más rápido posible.

No nos paramos a reflexionar, a meditar, y a tomar conciencia que es el momento más importante de nuestra vida. Es el momento de la cita, de la entrevista, del encuentro más preciado, más tenido en cuenta, más deseado. Es el encuentro con JESÚS. ¿Puede haber algo más importante? La muerte es la hora de más trascendencia e importancia de nuestra vida. Y no debemos obviarla ni marginarla.

JESÚS nos lo recuerda hoy. Nos advierte de que será el momento más importante y relevante de nuestra vida. Nos llama la atención a estar prevenidos, preparados, prestos a recibirla en la condiciones más favorables: vivir permanentemente en el amor que ÉL nos ha enseñado y nos propone. Porque de esa forma estaremos en su presencia y, nuestra muerta, sólo será un paso de este mundo a gozar en, por y con ÉL eternamente.

Haz, DIOS mío, que en todo momento esté presto
a vivir en disponibilidad, justicia, generosidad
y amor para, dándome a los demás, pueda
estar preparado para cuando TÚ
decidas llamarme. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.