lunes, 26 de septiembre de 2011

SER SENCILLO Y HUMILDE, EL CAMINO PARA SER MAYOR (Lc 9, 46-50)

No es el esfuerzo, ni las ansías de ser reconocido, apreciado, considerado importante, ni tampoco el poder ni las riquezas lo que te hará llegar a los primeros puestos, pues detrás del aparente logro se esconde envidias, deseos de zancadillas y ansías de usurpar tu puesto.
La medida para ser de los primeros pasa por lo sencillo y lo humilde. Características que se encarnan en los más pequeños, los niños. JESÚS, conocedor de esto, hace el gesto, antes de hablar, de colocar a un niño delante de sus discípulos y llamarles a la atención de esforzarse en ser como niños. Porque son los niños transparentes, sin malicias nacidas del corazón, sencillos y humildes, porque se reconocen frágiles y débiles, necesitados de la seguridad y protección de un padre bueno.
Y observamos que, guardando la sencillez y la humildad, somos más aceptados, reconocidos, admirados y tenidos en cuenta, porque sólo buscando el bien de los demás buscamos nuestro propio bien. Es la paradoja de quien más da más recibe.

 
Sólo pido, SEÑOR, que me des un corazón
sencillo y humilde, porque sólo de
esa forma puedo alcanzar
la meta de estar
entre tus elegido. Amén.

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