martes, 10 de enero de 2012

INICIO DE LA PROCLAMACIÓN

En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el...

Es el momento, JESÚS da el pistoletazo de salida. Antes habían pasado treinta pacientes años en los cuales su madurez tanto física como espiritual fue adquiriendo la debida preparación para la misión a la que había sido llamado. Y, entrando el la sinagoga empieza a enseñar.

Y los resultados no se hacen esperar. Se quedan anonadados, asombrados de sus enseñanzas y de cómo lo hace. Sus palabras desprenden firmeza y autoridad. Una autoridad que nace de la actitud de servicio; de la humildad de quien propone y no impone; de la acción de curar y limpiar todas las enfermedades de los que se le acercan.

Su autoridad está testimoniada por la capacidad y poder de expulsar los demonios. Es un Mesías que tiene poder y suaviza y aligera la carga de todos aquellos que le escuchan y le siguen. Es una autoridad nacida del amor y la entrega servicial, que aligera y libera. Es diferente a los demás. Algo nuevo, impactante, asombroso, atrayente...

El mensaje sigue actual, es el mismo: "Preparar la venida del Reino de DIOS", y para ello ha dejado su Iglesia, para que sea la portadora de tan alta y buena noticia. Su fama, a pesar de su oposición, pues aconseja que no digan nada a nadie, es imparable y se extiende por toda la región. JESÚS sigue interpelando a todos los hombres, los de ayer y los de ahora. Les invita a tomar un camino: o con ÉL o contra ÉL.

Desafortunadamente no hay otro camino. Siempre tendremos que decidir CRISTO o mi egoísmo; CRISTO o mi sensualidad; CRISTO o mis placeres... Es imposible encender una vela a DIOS y otra al diablo. No es fácil la misión, y experimentamos que cuesta mucho, se nos hace muy cuesta arriba hasta el punto de parecernos imposible. Estamos tocados, ¡no muertos!, pero si bastante tocados. Nuestra humanidad pecadora es muy fuerte.

Sin embargo, no tenemos que amilanarnos. Hay que confiar y pedir a Cristo la fuerza para dar la cara por Él y por su Reino, del mismo modo que Él dio la vida por nosotros... Dar la cara es no dejarse confundir por las sectas, ni dejar que otros se dejen. Dar la cara es estudiar la propia fe, para dar respuestas convincentes, a cuantos atacan al Papa, al Magisterio y la moral cristiana, sabiendo que sólo en Cristo está la Verdad. Y que sólo Cristo salva...

Dar la cara es la lucha diaria para que sea CRISTO quien habite dentro de nosotros, en el ESPÍRITU SANTO, y nos guíe y nos fortalezca para la batalla contra el pecado. Para ello tenemos la Eucaristía, la Penitencia, la oración, su Palabra...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.