martes, 7 de febrero de 2012

SE TRATA DE VIDA, NO DE PALABRAS

(Mc 7, 1-13). Los fariseos le reprochan a Jesús que sus discípulos no...

Las palabras se las lleva el viento, más los hechos están y permanecen en el tiempo, porque, sabido por todos es, "obras son amores y no buenas razones".

Los fariseos, hombres celosos del cumplimiento de la ley, cayeron en el error de darle más valor e importancia a las palabras concretadas en normas y preceptos, la ley, que a la propia vida y al valor de la persona. De tal forma, para ellos, poco a poco, fue derivando la importancia de la ley más que el hombre.

Así, el sábado y su cumplimiento estaba antes que el hombre, y el honrar a padre y madre se subordinaba al "Korbán", es decir, "ofrenda", con lo que todos sus bienes quedaban liberados de ser dedicados a atender a sus padres y ofrecidos al servicio del templo.

Viven de preceptos y les importan más cumplirlo que lo que puede sucederle al hombre. De ahí que el hombre queda sometido a la norma, a la tradición, a la costumbre, a la ley... sin primar sus problemas, sus interrogantes, sus deseos, su crecimiento personal y espiritual...

Todo, ese es el problema, queda bajo sus leyes, que ellos proponen y dictan sometiendo a los demás, porque son los primeros que se dan cuenta que ellos mismos no las cumplen. Lo mismo ocurre ahora, proponemos cosas que igual no cumplimos. Por eso, esta Palabra puede ser una llamada a no proponer lo que tú no vives.

JESÚS viene a proclamar que el hombre, locura de su PADRE DIOS, es la criatura que está por encima de todo. Hasta tal punto que ÉL es enviado a anunciar esa Buena Nueva y a proclamar la salvación del hombre. Nada le es más importante, pues todo está sometido a su servicio y para su fin, que es su salvación.

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