- Juan 12, 24-26. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no ...
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a la de Dios. Eso significa morir a mí mismo. Porque cuando buscamos, aun creyéndonos que seguimos al Señor, vivir en nuestra voluntad, no estamos muriendo a nosotros mismos, sino todo lo contrario, estamos viviendo según nuestra ética personal y relativista.
Juzgamos los actos según convenga o no convenga a nuestros intereses. Nuestra fe en Jesús queda amoldada a nuestros proyectos y egoísmos, y pensamos qué así nuestra vida será mejor. Nos engañamos pensando que ahora somos felices y olvidamos que esa felicidad descansa en el vacío y la perdición.
Porque solo en Jesús se encuentra la Verdad Absoluta y en Ella encontraremos el gozo y la dicha que, por caminos equivocados, buscamos en las cosas de este mundo. Y el camino que Jesús nos señala empieza con el olvido de nosotros mismos. Ahí se encuentra la verdadera vida, olvidándonos de nosotros darnos a los demás.
Experimentamos que eso no es fácil. Es más, es arduo difícil y solo injertados en Jesús podremos salir victorioso de la batalla de cada día. Nuestra pobre y limitada naturaleza humana nos inclina a buscarnos primero a nosotros. Pensamos en nosotros y somos nosotros nuestro primer interés. Pero también la vida nos enseña que ese darnos a nuestras satisfacciones no nos llena plenamente, si bien nos satisface de inmediato, pronto nos deja insatisfecho de nuevo.
Sólo viviendo al estilo de Jesús y poniendo el bien de los demás como nuestra máxima prioridad, al igual que hizo Él, lograremos ese gozo y plenitud que anhelamos ardientemente.
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