- Evangelio según San Mateo 24, 42-51
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porque vivimos el presente sin saber que ocurrirá al segundo siguiente, y ya no solo lo que ocurrirá sino que nos podrá pasar. Somos reo de muerte y nos espera en cada esquina. Sabemos que esto puede suceder en cualquier momento, pero a pesar de saberlo no actuamos con conciencia de ello.
Preparamos proyectos, planes... Vivimos pensando en plasmar nuestras ideas y conformando nuestra vida según pensamos. Y aunque nos confesamos creyentes, nuestras prioridades marcan el rumbo de nuestra vida.
Jesús parece algo aparte, diferente. Sólo está presente en nuestra vida litúrgica y nos sentimos verdaderamente cristianos y creyentes cuando vivimos el culto. Hay como dos vidas en nuestra vida: la una, que comporta nuestra parte social, laboral, cívica, y la religiosa o litúrgica. De tal forma que una no incide en la otra. Al menos eso es lo que se observa.
Y parece mentira que sepamos que en cualquier momento podemos ser sorprendidos. No somos coherentes con nuestra fe. Algo ocurre en nuestra manera de entender a Jesús. O simplemente, ¿es Jesús una ley, una tradición y un culto?
Algo de eso puede ser que ocurra y mientras no tomemos conciencia de que Jesús es Alguien no algo, seguiremos pensando y actuando de esa forma. Jesús vive, está entre y con nosotros. Habla, nos responde, nos escucha y dialoga con cada uno de nosotros. Y será el único que nos acompañará en el momento de la muerte de cada uno de nosotros. Sólo estará Él y tú.
Danos la sabiduría de tomar conciencia de que nuestra vida está en las Manos de nuestro Padre Dios, y que un día estaremos delante y mirándole cara a cara. Ayúdanos a vivir pensando en estar preparado para ese momento tan glorioso. Que nuestra vida sea todo un vivir en el amor, porque llegado ese atardecer solo importará el amor.
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