(Jn 6,1-15) |
No por lo que ven nuestros ojos, sino por la esperanza y la fe en el Espíritu Santo que nos impulsa y nos mantiene firmes y constante en el camino. Son muchas bocas hambrientas a la que no damos abasto, no tanto del alimento corporal, que se puede remediar, sino del espiritual, al que no parece estar apetentes.
Hay hambre, pero más del corporal que espiritual. Y cuando no hay hambre, más difícil será dar de comer. ¿Cómo despertar esa hambre y cómo dar de comer? Han pasado dos mil años y todo sigue igual o casi igual. No sabemos qué hacer ni cómo dar de comer a tanta gente el verdadero alimento, el espiritual, ese alimento que quita el hambre para siempre.
Todo está en tus Manos, Señor, y esa es la esperanza que nos sostiene y nos alienta. Tú si sabes que hacer y como despertar el hambre en los hombres. Confiamos en Ti y ponemos todo nuestro empeño y trabajo en tus Manos. Sabemos de tu poder y sabiduría y de tus obras, pero sobre todo de tu amor y de tus deseos de salvarnos. Y confiamos en que nos des el alimento verdadero que necesitamos para saciar nuestra hambre.
Por eso, Señor nuestro, te seguimos, estamos a tu lado, permanecemos en tu Palabra y confiamos en tu Misericordia, porque solo Tú eres el único y verdadero alimento que nos dará el gozo y la felicidad eterna que buscamos.
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