domingo, 9 de junio de 2013

SENTIRSE SALVADO

(Lc 7,11-17


Fue lo primero que me vino a la mente: "Sentirme resucitado", porque como a ese joven de Naím, yo y tú también hemos sido resucitado en Xto. Jesús. Por su Muerte hemos sido redimidos e invitados a una vida de gozo y eternidad. ¡Sí, podemos considerarnos también como ese joven, resucitados!

Sin embargo, somos muchos los que pasamos indiferente ante ese hecho que nos vuelve a la verdadera vida. Imagino cual sería la respuesta de aquel joven resucitado por el Señor. Y también la de su madre. Imagino que serian dos de sus más fieles seguidores, porque una experiencia de ese tipo no puede pasar inadvertida. Experimentar que has perdido la vida y verte de regreso a ella, con muchos testigos, por voluntad de Jesús, tiene que ser algo impactante y que deja huella imborrable.

Cada uno de nosotros está invitado a vivir la misma experiencia. Jesús nos ha resucitado con su Muerte, salvando de una muerte eterna alejado de la presencia del Padre. Por su redención hemos sido liberados de la muerte e invitados a la vida eterna. Pero esa invitación exige ser aceptada, aceptada y querida por nuestra libertad. Jesús espera esa decisión con paciencia y con infinito amor. 

Dependerá que cada uno de nosotros experimentemos que Jesús nos ha resucitado como a aquel joven de Naím.


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