(Mt 9,14-17 |
Consumir y consumir no es lo mejor ni lo más importante. Tanto consumir esclaviza, somete y hace adicción; acostumbra mal y genera dependencia. Ayunar de tanto consumo libera y desapega. Equilibra y fortalece y nos prepara para el camino de la cruz. La cruz que se nos presenta en el peregrinar de cada día hacia nuestra propia pascua.
Y se hace necesario nuevas formas de camino y ayuno. Ahora es tiempo de salvación, el Mesías está con nosotros y el camino demanda vinos nuevos en odres nuevos. No sirven tiempos pasados, tradiciones viejas ancladas en el tiempo y en el hombre viejo. Nace un hombre nuevo y una nueva forma de ayunar en el amor, el amor que libera y salva.
Porque el amor no cambia, sino crece en su relación de manifestarse, de vivir, de hacerse fraternidad. Se necesita ayuno de amor limpio y puro. Un amor desapegado y descontaminado de todo aquello que lo enturbia, que lo encierra en sí mismo, que lo hace egoísta y lo mata. Y la mejor manera de ayunar se apoya en el alimento del Pan y Vino transformado en el Cuerpo de Jesús. Ese ayuno Eucarístico transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne y nos hace semejantes a Xto. Jesús.
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