(Mt 13,18-23) |
La cosecha no tiene prisa. Espera con paciencia las lluvias tempranas o tardes que la rieguen con abundancia y la hagan fructificar en abundantes frutos para el bien de los hombres. Pero, la paciencia no es algo fácil de poseer ni de sostener. Se necesita mucha oración para perseverar en la esperanza y confianza en el Señor pacientemente hasta aguardar los buenos frutos.
Paciencia que necesita del Sembrador que con Mano sabia sepa cultivar y derramar toda su sabiduría para que la cosecha se convierta en buenos y fructíferos frutos. Porque sucede que aquellos que no comprenden la Palabra sembrada y no, pacientemente, permanecen en el Señor, son sorprendidos por el Maligno que viene y les arrebata lo sembrado en sus corazones. Esto es lo sembrado en el camino.
Otros, recibimos la Palabra con alegría, pero no profundiza ni echa raíces que le injerten en el Señor. Pronto se ven arrastrados por su inconstancia y con las primeras tribulaciones o dificultades por causa de la Palabra terminan por abandonar. Esto es lo sembrado en el pedregal. Un recuerdo para Ashia Bibi que permanece encarcelada en condiciones infrahumanas por permanecer fiel y confiada en el Señor. Que el Espíritu le dé las fuerzas necesarias para que esa tierra de su fe produzca frutos abundantes.
Hay otros que, oída la Palabra, la olvidan distraidos por las preocupaciones del mundo y la seducción de sus riquezas. Pronto la Palabra es ahogada y queda sin fruto. Esto es lo sembrado entre abrojos. Sin embargo, aquello que es sembrado en tierra buena son aquellos que oída la Palabra, la comprenden y dan frutos: unos treinta, otros sesenta y otros cien.
Pidamos al Padre Dios que nuestra tierra sea buena y dé frutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.