(Mt 23,27-32) |
No tiene otro sentido, la fachada solo es fachada. Es la primera impresión e imagen de una persona o cosa, pero solo es el embalaje, el envase, la presentación, lo de fuera, lo que se ve. No tiene más valor que el que representa: "Ser una imagen bella, bien presentada y que deje buena impresión".
Sin embargo, el valor principal y fundamental está dentro, se esconde en lo más profundo del ser en lo que se refiere a la persona, y depende de su utilidad y eficacia en cuanto a un objeto o utensilio se refiere. Por eso, cuando se aparenta lo que no se es, se cae en la hipocresía, y eso a Jesús no le gusta.
Utiliza palabras muy duras contra todos aquellos que pretende ser lo que no son, y pensar lo que no piensan, y vivir lo que no viven y hacer lo que no hacen. No soporta a los que esconden sus malas intenciones para utilizarla cuando no son vistos aparentando ser honestos y justos. Y es que son ciegos que piensan poder esconderse de la presencia del Señor.
De nada vale vivir en la apariencia, porque la verdad siempre está presente y presta a delatar nuestra falsedad e hipocresía.
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