No se trata de cumplir, de, en ciertos momentos, hacer la Voluntad de Dios, sino de estar en permanente actitud de vivir haciendo la Voluntad de Dios. Y hacer la Voluntad de Dios sabemos que es olvidarse de uno mismo para darse al más cercano en ese momento; es enseñar ese Tesoro que has encontrado dentro de tu corazón y mostrar que otros también pueden encontrarlo; es dar plenitud a ese Amor que te desborda y te llena, para irradiarlo en otros corazones que lo necesitan...
Porque nos ha sido dado ese Reino, sólo tendremos que descubrirlo y comprarlo, vendiendo todo aquello que se interpone entre Él y nosotros, y usándolo como medio para llegar a mantenerlo como meta y fin de nuestro camino. Jesús es nuestro Tesoro, nuestro Camino, nuestra Verdad y Vida, y sólo Él vale la pena conservar.
Ni un momento de despiste, de hacer algo que le contradiga, de olvidarnos e imponer nuestra voluntad. Otra cosa son nuestros fracasos, nuestras debilidades, nuestros fallos y errores, pero siempre por la impotencia de nuestra pobre humanidad. Por eso, Jesús nos ama con Misericordia Infinita, y nos sostiene y perdona. Porque sabe de nuestros pecados.
Pero siempre en la actitud de, agarrados y mirándole a Él, estar en la lucha contra nosotros mismos de hacer su Voluntad, de esperar su segunda venida haciendo su mandato: Esforzándonos en amar como Él nos ama, porque lo que hemos recibido nos será exigido.
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