jueves, 26 de septiembre de 2013

EL HECHO HISTÓRICO

(Lc 9,7-9)


No sé por qué razón, pero al leer el Evangelio de hoy, la primera idea que se ha apoderado de mi mente ha sido "el hecho histórico de la preocupación de Herodes por los rumores de ese Jesús". Algo tendría ese Personaje de especial para llamar tanto la atención de los poderosos de su época.

Preocupaba, sobre todo, el contenido de su Mensaje, la proclamación de la igualdad entre las personas, el hecho de ser justo y la abolición de la esclavitud. Todos hermanos, pues somos hijos de un mismo Padre. Un Padre bueno, justo, misericordioso por amor.

Eso, que se registra en la historia como un hecho evidente, presupone ya lo extraordinario de Jesús. El Hijo de Dios, encarnado en su Naturaleza Humana, no puede pasar desapercibido, pues ha venido a salvar a todos los hombres de este mundo que quieran salvarse. Así, todavía hay muchos que dudan de su Persona y de su Divinidad.

Jesús sigue entre nosotros. Igual que antes, presente en la Eucaristía y en cada uno de nosotros que queramos convertirlo en nuestro alimento y en nuestra fuerza. Él se ha quedado transfigurado bajo las especies de pan y vino para acompañarnos y darnos la Gracia que necesitamos para vivir el recorrido de nuestra vida en la Voluntad del Padre.

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