(Lc 9,18-22) |
Sí, todos oímos lo que circula en los ambientes. Conocemos a personas que se autoproclaman ateas y muchos que reconociendo que son católicos, se confiesan no practicantes. Incluso, en nuestra propia familia convivimos con padres, hijos, hermanos... que se confiesan no creyentes. Dicen creer en alguien, en la fuerza de la naturaleza, pero no creen en Jesús de Nazaret como el Hijo de Dios vivo.
Jesús, también en su época quiso tantear lo que de Él se decía. Y preguntó a los apóstoles: « ¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos respondieron: «Unos, que Juan
el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos
había resucitado». Pero también quiso saber que pensaban ellos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Conocemos la respuesta que, Pedro asistido por el Espíritu Santo, respondió al Señor. Pero hoy, la pregunta es para cada uno de nosotros. ¿Quién es Jesús para mí? Supongo que lo mejor es que cada uno de nosotros reflexione y trate de dar su propia respuesta.
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