lunes, 12 de octubre de 2015

DICHOSOS/AS LOS QUE CUMPLEN LA VOLUNTAD DE DIOS



Cumplir la Voluntad de Dios no es simplemente oír misa, rezar rosarios u otras oraciones. Tampoco es guardar los preceptos de los mandamientos. Porque eso no es tan difícil de hacer. Un militar cumple con todas las normas del ejército, pero eso no implica que sea luego un buen hombre.

Cumplir no es amar. Pero amar si es hacer la Voluntad de Dios. Y el que ama, no sólo cumple los mandatos, preceptos y todo lo demás, sino que hace precisamente lo que el Señor nos pide: "El esfuerzo de amarnos unos a otros como Él nos ama".

Por eso, ese piropo nacido desde los más profundo del corazón de aquella mujer fue un piropo muy acertado y otra bienaventuranza más auspiciada por el Espíritu Santo. Porque dichosa es precisamente la Madre de Jesús, nuestra Señora, hoy celebrada bajo la advocación de nuestra Señora del Pilar, que fue la primera en aceptar y cumplir la Voluntad del Padre Dios.

Ella, la Virgen, renunciando a todos sus proyectos, y vaciándose de sí misma, se entrego en cuerpo y alma para ser partícipe y corredentora en la obra salvífica del Señor. Ella, guardando todo, lo extraño, lo ininteligible, lo doloroso y misterioso, supo esperar con paciencia y confianza la Voluntad del Señor. No se puede ser más dichosa, y su Hijo, el Señor, le lanza uno de los piropos más hermosos que se pueden decir: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan».

Dichosa eres María, nuestra Señora del Pilar, que desde lo más alto del pilar proclamas incondicionalmente la grandeza del Señor Porque Ella fue la primera que escuchó y aceptó la Palabra de Dios en el anuncio del Ángel con su “fiat” incondicional. Su «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) fue un asentimiento de fe que abrió todo un mundo de salvación. Como dice san Ireneo, «obedeciendo, se  convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano». 

Pidamos a nuestra Señora, hoy bajo la advocación del Pilar, que por su intercesión tengamos también las fuerzas necesarias para, como Ella, ser dichosos no por cumplir normas y preceptos, sino por cumplir y hacer la Voluntad de Dios.

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