lunes, 30 de noviembre de 2015

LOS ELEGIDOS PARA EXTENDER LA PALABRA DE DIOS

(Mt 4,18-22)


Posiblemente el encuentro con Jesús necesita una preparación. Y, me atrevería a decir, que todo encuentro, porque digerir un encuentro determinante en tu vida no se hace en poco tiempo. Hasta la digestión necesita su tiempo para digerir los alimentos ingeridos. Es de suponer que Andrés, Pedro, Santiago y Juan, de los primeros discípulos, tuvieron una preparación que los mantenía inquietos en la espera del Mesías.

Deducimos eso por las palabras de Andrés a su hermano Pedro: Andrés el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que había oído a Juan y seguido a Jesús. Andrés encontró a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos hallado al Mesías” (que significa el Cristo). Y le llevó a Jesús. Jesús le miró y  dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado  Cefás” (que significa piedra) (Juan  I, 35-42).

Encontrar al Señor exige primero una inquietud, y esa inquietud necesita una preparación que la despierte. Luego, podrás responder o no, pero ya serás responsable y consciente de tu compromiso libre. Porque eres libres para decidir y discernir tu elección. 

Tú y yo también hemos sido elegidos. De muchas formas Jesús te ha preparado e inquieta. Aquellos ejercicios espirituales que hiciste, aunque a la fuerza, de joven. O tu preparación para la primera comunión. O algún cursillo de otro tipo, o testimonio de alguna persona. O quizás, cuando un amigo o familiar te pidió que fueras el padrino de Bautismo de su hijo o hija. O de muchas otras maneras.

Dios se hace presente en tu vida en muchos momentos. Está pendiente de ti, y te llama. No han sido Andrés, Pedro, Santiago y Juan unos privilegiados por ser llamados por Jesús, sino porque ha respondido a su llamada. Tú y yo también podemos responder. Este adviento puede ser una nueva oportunidad para que des una respuesta. Tú tienes la palabra. ¿Qué decides?

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