(Lc 1,57-66) |
En el Adviento se cumplen muchas promesas que habían sido profetizadas por los profetas. Es asombroso como la Palabra de Dios tiene su cumplimiento. Es maravilloso ver como la Palabra de Dios no falla, y todo lo profetizado va teniendo cumplimiento. Pruebas y más pruebas que prueban, valga la redundancia, que el Niño que va a nacer es el Hijo de Dios, que se hace hombre para, igualado a los hombres, pueda hablarnos y enseñarnos la locura de Amor del Padre.
«Esto dice el Señor: ‘Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de Mí’» (Mal 3,1). La profecía de Malaquías se cumple en Juan Bautista. Es uno de los personajes principales de la liturgia de Adviento, que nos invita a prepararnos con oración y penitencia para la venida del Señor.
Todo está listo, y Juan Bautista prepara la venida y el camino del Señor. Oír la voz de Juan Bautista, es experimentar la esperanza de salvación. Él nos previene de la necesidad de prepararnos, porque para escuchar la Palabra de Dios hay que estar preparado. Ese es, quizás, el problema con el que se encuentran muchos al oír la Palabra, la oyen, pero no la escuchan porque están sometidos y cogidos por las cosas del mundo.
Somos esclavos de muchas cosas: pasiones, sentimientos, egoísmos, vanagloria, comodidades...etc. Cada uno sabe lo que le atrae, y a lo que le cuesta renunciar. Descubrir tus esclavitudes y liberarte exige estar disponible para la renuncia. En eso consiste la preparación, en descubrir y experimentar nuestra esclavitud, y la necesidad de ser libre. Y eso sólo lo conseguimos en el Señor. Porque Él es la Verdad, y la Verdad nos hará libre.
Reconozcamonos pecadores y esclavos del pecado. Y demos gracias al Señor que ha venido para darnos la libertad y liberarnos del pecado..
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