jueves, 24 de diciembre de 2015

EL CANTO DE ZACARÍAS

(Lc 1,67-79)


Es otra de las profecías que nos descubren la autenticidad de la existencia y divinidad de Jesús. El canto de Zacarías no puede ser nunca obra de su pensamiento. Había incluso llegado a dudar de lo que el Ángel le decía, y no se entiende, por pura lógica, que pueda expresar con tanta clarividencia lo que dice en su canto.

Es evidente que Zacarías está iluminado por el Espíritu Santo, porque lo que dice es lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir. Su videncia se pone de manifiesto por la acción del Espíritu de Dios. Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: 

«Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Zacarías va proclamando lo que está sucediendo. Dios nos ha visitado en su Hijo Jesús para salvarnos, porque esa era su Palabra desde tiempos antiguos. Todo había sido profetizado, y todo se había cumplido recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham. Incluso ve la misión de Juan, su hijo, y la proclama con una exactitud asombrosa. Zacarías está hablando por la acción del Espíritu Santo, no deja lugar a duda, y eso también nos revela a nosotros la verdadera existencia y presencia de Dios.

Tú, Señor, proclamado y anunciado por Juan Bautista, eres la Luz que nos puede iluminar, porque vivimos en tinieblas y sombras de muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la verdadera paz.

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