(Jn 1,35-42) |
Nos pasamos el tiempo criticandonos unos a otros. Pensamos que lo que hacen uno no es bueno o no tan bueno, y que es mejor hacer lo que hacen otros. ¿Donde está la verdad? ¡Y lo sabemos! La Verdad está donde está Xto. Jesús. Él es el Salvador, el Maestro, el que dice la Verdad, el Camino y también la Vida. Por lo tanto, es Él la referencia y el modelo a seguir. Y en Él debemos buscar, mirarnos e intentar imitarle. Resulta que el no criticaba, sino señalaba el camino a seguir. Denunciaba lo que no hay que hacer, y decía lo que había que hacer. Porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida. ¿Qué vamos a decir nosotros? ¿Acaso somos la Verdad? Eso es lo que debemos buscar y construir con nuestro esfuerzo en la acción del Espíritu Santo.
No hay ninguna duda. Todos buscamos la Vida Eterna, y quien diga lo contrario, miente. Otra cosa es que muchos, aunque lo deseen y busquen, no crean que la puedan conseguir, o que sea posible. Eso descubre que la fe que tenemos es débil o casi inexistente. Sin embargo, Andrés y Juan la buscaban con Juan Bautista, y la creían posible. Y no dudaron en seguir las indicaciones de Juan cuando les señaló al Cordero de Dios, y siguiéndole, pasaron con Él aquella tarde.
Podemos suponer lo que ocurrió en aquel encuentro por la alegría y el gozo de Andrés y Juan. Y, sobre todo, por el anuncio entusiasta de Andrés al encontrarse con su hermano Simón:«Hemos encontrado al Mesías» Lo que deja muy claro la inquietud de búsqueda que tenían por encontrar al Mesías esperado. Esperaban a un Mesías, y, al parecer, lo habían encontrado. Y el encuentro desborda su entusiasmo hasta el punto de proclamarlo exultantes y alegres.
Y, llevado Simón a su presencia, Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.
Estos encuentros habían sido preparados por Juan Bautista, y ahora, en la presencia del Mesías tienen su acogida, su éxtasis, su fruto. ¿Nos preparamos nosotros para el encuentro con Jesús? ¿Disponemos y abrimos nuestro corazón para ser revestidos por la Gracia del Señor?
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