(Mt 24, 37-44) |
Mucha gente no sabe lo que es el "Adviento", ni tampoco que significado tiene. Para ellos la Navidad es un tiempo festivo de comilonas, loterías, regalos y cenas en familias. Un tiempo como cualquier otra fiesta y que viene por tradición. Y continúan haciendo lo mismo, celebrando fiestas y viviendo como en los tiempos que de sus antepasados. Posiblemente, los que así vivamos seremos sorprendidos, porque el Señor vendrá sin avisar y cuando menos lo esperemos.
La vida se nos acaba sin avisarnos. A pesar de que muchos lleguemos a la ancianidad, el día y la hora de nuestro final aquí en este mundo no lo conocemos. Siempre nos sorprende. Por eso, necesitamos estar vigilantes y preparados. Preparados de actos de amor y de bondad, porque eso es lo que nos hace feliz y también eternos. Lo experimentamos cuando los vivimos, porque estamos hechos de amor y para el amor.
Ese es el significado de Adviento, un tiempo de espera y preparación. Porque no hay espera sin preparación ni tampoco preparación sin espera. Necesitamos esperar preparándonos. Preparándonos para nos ser sorprendidos en la segunda venida del Señor.
Y estar preparado significa estar abierto al amor. Estar disponible a la escucha, al servicio, a la caridad, a la comprensión y a la misericordia. Estar preparado y en espera de la venida del Señor, esa venida prometida para llevarnos a esa mansión que nos prepara.
Vivamos el "Adviento" con esa actitud de espera y de preparación, porque el Señor nace, se encarna en naturaleza humana para, siendo hombre como nosotros, menos en el pecado, ganar, entregando su Vida, la Misericordia del Padre.
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