Es sábado y Jesús ha muerto en la Cruz. Todo está consumado. Y nosotros desorientados. Hace días, concretamente el diez de abril, reflexioné sobre esa ventaja, ver aquí, de que todos nosotros sabemos más, Y eso, que pasa desapercibido, tiene vital importancia. Porque nosotros hoy, apoyados en esa esperanza, vivimos estos días con expectante ilusión y vitalidad sabiéndonos invitados y llamados a la Resurrección con el Señor Jesús.
Por eso, a pesar de celebrar unos días de luto, lo vivimos con gozo y alegría porque sabemos y creemos que Jesús, el Señor, está Resucitado. Y cada día actualizamos ese Sacrificio en la Eucaristía, que hoy, precisamente, para recordar el momento de su muerte, no celebramos. Sin lugar a dudas, la Resurrección es nuestra fiesta y nuestra esperanza, en ella descansa y se apoya nuestra fe.
Por todo ello, pasamos este día y mañana sábado en expectante espera, hasta la madrugada del domingo, momento glorioso cuando celebraremos su Resurrección, y con ella, la nuestra también, por lo que pedimos al Espíritu Santo, enviado a acompañarnos hasta ese momento, que nos fortalezca y nos dé la fuerza que necesitamos para sostenernos en la Gracia y la presencia del Señor.
Por todo ello, pasamos este día y mañana sábado en expectante espera, hasta la madrugada del domingo, momento glorioso cuando celebraremos su Resurrección, y con ella, la nuestra también, por lo que pedimos al Espíritu Santo, enviado a acompañarnos hasta ese momento, que nos fortalezca y nos dé la fuerza que necesitamos para sostenernos en la Gracia y la presencia del Señor.
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