domingo, 25 de junio de 2017

LOS PELIGROS Y EL DEMONIO

(Mt 10,26-33)
Hay un enemigo más peligroso que los hombres, el diablo. Y es a ese al que hay realmente que temer, porque puede matar el cuerpo y el alma. Muchos creyentes pasan del diablo, o, al menos, no creen de forma seria. Lo identifican con el mal y las inclinaciones naturales del hombre por el pecado. Y no es así. En el los Evangelios, Jesús, hace referencia al diablo muchas veces.

El mismo Jesús es tentado en el desierto por el diablo, y también, en muchas ocasiones, Jesús, le expulsa de muchos poseídos. El diablo nos acecha y aprovecha los momentos más débiles de nuestra vida. Y, nosotros, tendremos que luchar, al lado del Señor, contra las seducciones y tentaciones del Maligno. Tal y como hizo Jesús.

Se nos garantiza el triunfo, pero no se nos evita la lucha y los sufrimientos. Así fue el camino de salvación que sufrió nuestro Señor. Su Pasión nos sirve de referencia. Los discípulos no son mejores que el Maestro, y tendremos que pasar nuestro propio calvario y cargar con nuestra propia cruz. Pero, injertados en el Señor, se nos garantiza el éxito y el triunfo.

No hay contradicción, pues nuestra vida no está en este mundo. Y, aunque nuestro cuerpo sufra y padezca, nuestra alma experimentará gozo y alegría. Así se entienden las persecuciones y el martirio de muchos cristianos en estos momentos. Así se entiende la firmeza de Asia Bibi, ante el martirio de su cuerpo y vida de este mundo, al no negar su fe.

Nuestra fortaleza y esperanza descansa en la confianza de que Dios está siempre a nuestro lado, y en el Espíritu Santo recibiremos la valentía, la fuerza, la voluntad y fortaleza necesaria para soportar toda adversidad, sufrimiento y martirio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.