Mt 11, 25-27 |
Hay mucho sabio que sabiendo tanto no logran mejorar nada el mundo. Aparentemente, los inventos y el progreso parecen mejorarlo, pero luego vemos que la cizaña y las malas hierbas se encargan de deteriorar todo lo bueno que pueda haber ahí y dar frutos malos y dañinos.
Están, también, aquellos que razonan todo lo que ven y oyen, y no dan el brazo a torcer ante nada que no entiendan o, según ellos, no comprendan y no comulgue con sus ideas o pensamientos. A esos, posiblemente no les convenza nada. Se cierra a todo lo que no sea de su cosecha o les moleste. No están dispuesto a cambiar en nada que les exija sacrificio y despojo. Pueden renunciar a otras cosas que no suponga dejar sus ideas y convicciones.
Hablamos de los sabios y entendidos, que creyéndoselos, desprecian y desaprovechan el mayor Tesoro que pueden encontrar y que les abrirá las puertas de la salvación eterna. Esa que ellos buscan sin encontrarla y que ignoran que buscan donde no se encuentra y nunca encontraran. Porque, sólo en la sencillez y en la humildad podrán encontrar la Verdad y la Salvación.
Así ha creído nuestro Padre Dios que será mejor, revelar la Verdad a la gente sencilla, humilde y abierta a recibir la Buena Noticia. Buena Noticia porque es la que da la Salvación y la Vida Eterna. De forma que no hay otra manera, sino abajarnos humildemente con sencillez y reconocer que estamos sometidos y esclavizados por el pecado, y nada podemos hacer por nuestra cuenta. Pues, nuestra sabiduría nada puede lograr, ni siquiera mover un pelo de nuestro cabello.
Por eso, nos dice el Señor: "Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre. Y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y a aquel a quien el Hijo se lo quiera revela".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.