miércoles, 30 de agosto de 2017

COHERENCIA NECESARIA

Mt 23,27-32
Vivir incoherentemente es vivir en la mentira y el engaño, y eso no es querido por nadie, ni tampoco por nuestro Señor Jesús, que nos previene de forma muy dura y con palabras que dejan muy claro como detesta esa forma de vida aparente y engañosa: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad!».

Ser sinceros, justos, honrados y mostrarse tal como se es, reconociendo nuestras propias debilidades y pecados, es la mejor señal de presentarse como cristiano. Porque, no se trata de ser un héroe, y menos de parecerlo, sino de reconocerse un hombre con naturaleza pecadora que, en el Señor, busca liberarse del pecado y transformarse en verdadero amor.

No se trata de parecer limpio, sino de entregar esa impureza de nuestra naturaleza al Señor para que Él la transforme y la convierta en una naturaleza limpia con su Gracia. Se trata de tomar la actitud del hijo pródigo, la de levantarse y reconocerse pecador, y de regresar a la Casa del Padre, sabiéndonos perdonados por su Infinita Misericordia.

Por eso, conscientes de sabernos pecadores,  y con dolor contrito y llenos de arrepentimientos, confesamos nuestras culpas y nos presentamos como pecadores, llenos de impurezas y confiados en el perdón del Señor para ser lavados y purificados por su Amor y Misericordia. Esperanzados en que Él ha venido a salvarnos, porque sabe de nuestros pecados. Por tanto, llenos de alegría y esperanza, y arrepentidos de nuestros pecados, nos postramos a sus pies en la confianza de recibir el perdón de todos nuestros pecados.

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