miércoles, 16 de agosto de 2017

LA ACTITUD DE REPRENDER

Mt 18,15-20
Los tiempos han cambiado. Antes, en mi juventud se imponía la reprimenda, y las personas mayores reprendían a los jóvenes, incluso en la vía pública, y estos obedecían o, al menos, asumían y aceptaban avergonzados la reprimenda. Y se temía o respetaba a la autoridad. Incluso, a la autoridad de los mayores, es decir, a la edad.

Ahora, todo es diferente. Hasta en el colegio se le responde al maestro y no se le atiende con respecto a sus consejos. Todo está bañado por el relativismo, y cada uno pone sobre la mesa su aparente verdad, que a veces son mal intencionadas actitudes, que esconden segundas intenciones buscando un hedonismo fácil y engañoso. En esas circunstancias se hace difícil corregir y reprender. Hay una agresividad en el ambiente que amenaza con violentar el diálogo y dar por respuesta una negativa irrevocable.

Sin embargo, el cristiano comprometido debe buscar siempre la oportunidad de corregir, de acompañar, de comprender y poner sobre la mesa los valores naturales que nace de la Ley Natural y de la ética moral siempre con referencia a la Voluntad de Dios. Voluntad de Dios que se sintetiza en dos palabras: Amar y perdonar. Y quien ama busca el bien del otro, por lo tanto se preocupa de su error y trata de encauzarlo. Sin embargo, para ello necesita ser escuchado.

Y es eso lo que te dice hoy Jesús en el Evangelio: « Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano». 

Diría que, si al final no obtienes respuesta afirmativa, mantente firme y espera con los brazos abiertos a que reacciones y se avenga a razones. Si no ocurre así, sólo nos queda rezar y esperar. El perdón siempre será una posibilidad que está abierta al que se arrepienta y responda a la corrección. Y nosotros, perdonados por Jesús, debemos también ayudar a que otros se acerquen al perdón del Señor.

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