jueves, 28 de diciembre de 2017

Y SIGUEN MURIENDO MUCHOS INOCENTES

Mt 2,13-18
Hoy recordamos la noche en la que José, avisado en sueño por el Ángel del Señor, emprende rápido la huida a Egipto con María y el Niño. José obedece y está abierto a la Voluntad del Señor. Se sabe guiado y participe de un plan de salvación, porque del Señor no puede venir nada malo, sino la salvación para el hombre. ¿Estamos también nosotros convencido de eso? ¿Estamos prestos y atentos a responder lo que el Espíritu Santo nos vaya señalando? ¿Le pedimos que nos ilumine y nos dé esa sabiduría para escucharle y responderle?

No ha parado esa matanza. Hoy, muchos niños mueren en el seno de sus madres. No tienen voz ni se escucha la voz de los que les defienden. Son incluso muchas madres las que se convierten en verdaderos verdugos de sus hijos. En este caso no es Herodes, pero sí el hedonismo y las ofertas de placer y fiesta que el mundo nos ofrece. Es el egoísmo de muchos padres que prefieren acallar la voz de sus hijos y quitarles la vida para vivir ellos las suyas.

Posiblemente, muchos padres y madres de hoy no escuchan la voz del Señor. Y, de hacerlo, no obedecen. Ellos tienen ya señalado sus caminos y no escuchan que les propongan otro. El amor del mundo está condicionado por el dar y recibir. Se quiere dar, pero a cambio de recibir. La ley del mundo es el trueque o la compensación. No se hace nada sin medir que te pueden dar. Y, claro, así, la vida de los inocentes vale poco. Basta que traiga algún desperfecto se tira como un objeto inservible. 

El amor humano es un amor de cambio. Tanto doy, tanto recibo. Un amor mercantil con el que se negocia todo: la felicidad, la economía, el poder, la fama y prestigio, y hasta la vida. Tenemos pronto detrás de la puerta la eutanasia. No, verdaderamente Herodes no se ha marchado. Hay muchos Herodes que siguen perpetuándolo en el tiempo. ¿Y nosotros, qué respondemos?

Simplemente, tratemos de imitar a san José, hombre sencillo, pero prudente y atento a las indicaciones del Ángel del Señor. Porque, también a nosotros nos guía el Ángel de la Guarda que el Señor nos ha puesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.