Jn 6, 35-40 |
Todos aspiramos a mejorar nuestra calidad de vida. La frase de estos tiempos es "calidad de vida", y eso es lo que busca y persigue todo el mundo. Pero, ¿qué es calidad de vida? Diríamos que calidad de vida es tener muy buena salud, sentirse siempre joven, tener un vida confortable, estar relajado, gozar de sensaciones gratificantes...etc. Resumiendo, podemos decir que todo consiste en ser feliz y que esa felicidad dure lo máximo.
Es lo que hemos repetido ya varias veces. Todos buscamos la felicidad eterna, y suspiramos por ese elixir que nos la dé. Pero, en este mundo no parece encontrarse porque todo lo que en él hay es caduco y perecedero. Y algo que muere no te puede hacer feliz. Sin embargo, es legítimo que el hombre y la mujer aspiren a eso, porque nunca podrán evitar buscar la felicidad eterna. Está escrita en su corazón.
Y aunque muchos perecen en el camino, el hombre sigue empeñado en buscar esa calidad de vida a la que le impulsa su corazón. Sin embargo, es consciente que nada ni nadie le evitará experimentar la muerte. Todos sabemos que llegará un día que tendremos que morir. La muerte es la realidad más cierta. Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios, el Pan bajado del Cielo nos habla de esa calidad de vida que tenemos grabada a fuego dentro de nuestro corazón. Y nos la ofrece, pero de otra manera.
Jesús nos dice: Yo soy el Pan de Vida. El que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a Mí, y al que venga a Mí no lo echaré afuera, porque he bajado del Cielo no para hacer mi voluntad, sino la Voluntad del que me ha enviado. Esta es la Voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la Voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en Él tenga Vida Eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Realmente, esta si es verdaderamente la calidad de vida que buscamos. Jesús, el Señor, lo ha dejado claro, y no hace falta más comentario. Simplemente, crees o no crees. Cambiar la felicidad el mundo por la verdadera felicidad eterna no parece un buen negocio.
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