Jn 10,11-18 |
Es una alegría enorme leer esta hermosa declaración de compromiso y cargada de buenas intenciones que nos llenan de alegría y de esperanza. No se puede esperar más. Jesús, el Señor, el Buen Pastor ha dejado muy claro todo lo que pretende.
«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
»También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre».
Está todo tan claro que siento miedo de estropearlo añadiendo algo más. No hay duda por ningún lado, ni nada que se tenga que aclarar. ¿Dónde nos encontramos nosotros? Quizás esa sea la pregunta que tengamos que responder cada uno. Estamos entre sus ovejas o entre esas otras ovejas que Él nombra. Lo que falta ponlo tú con tu reflexión o comentario.
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