jueves, 11 de octubre de 2018

LA INSISTENCIA MANIFIESTA EL INTERÉS

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Lc 11,5-13
Las necesidades no se piden una sola vez, sino que se insiste hasta la saciedad. Precisamente, esa insistencia nos descubre nuestro interés y la fe que tenemos en ello. Porque, cuando una cosa no se desea tanto tampoco se insiste demasiado. Se pide una vez, y quizás no muy alto, y si no se consigue no se vuelve a pedir.

Pero, cuando nos va la vida en ello, la insistencia se repite sin descanso. No significa esto que molestemos, sino que nuestra actitud es la de estar atentos en la solicitud de pedir, de llamar y buscar. Y más cuando confiamos en un Padre que todo lo puede, que nos ama y quiere salvarnos. Es eso lo que Jesús, el Hijo del Padre, nos revela y descubre. Nos anima a pedir, a llamar y a buscar: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Ahora, podemos preguntarnos, ¿qué ocurre que no he recibido todo lo que he pedido? La pregunta está mal planteada. Mejor decir: ¿dame, Señor, aquello que me conviene y que yo no sé pedir? Porque, pedimos según nuestros caprichos, apetencias y razón humana, y cosas que posiblemente no nos ayudarán a madurar sino a perdernos. 

Sucede lo mismo con lo que nos dan para nuestro crecimiento y desarrollo. Hay cosas que no nos gustan ni nos apetece el esfuerzo y trabajo, pero, luego, más tarde damos gracias por habernos obligados a hacerlos. Muchas cosas no entendemos, pero, luego, razonando vemos que es lo que tenía que ser. Lloramos la muerte de un ser querido, pero, resulta que a todos, tarde o temprano, nos llega la muerte. Lo mejor es ponernos en Manos de Dios, el único que sabe lo que nos conviene.

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