Jn 6,60-69 |
¡Faltaría más que alcanzar la dicha de la Vida Eterna fuera algo fácil de lograr! Todos sabemos que lo bueno es duro y difícil de conseguir. Eso sería señal de fraude o de que no sería tal y como dicen. Y si es fácil, ya habrá tiempo de pensarlo y conseguirlo. Nada de eso, amigo y hermano en la fe. ¡Nada de eso! Es algo tan serio como la vida misma, y tan verdadero como que lo llevamos grabado en nuestros corazones. Quieras o no quieras, esa interrogación y respuesta a esa pregunta la llevas implícita en tu corazón. Tú, y, por supuesto yo también, y todos, buscamos y queremos la Vida Eterna, y decir lo contrario es engañarte a ti mismo.
Ahora, ¿dónde se puede conseguir eso? ¿Se vende o regala en algún sitio, lugar o mercado? Parece ser que todo lo que se pueda conseguir en este mundo es algo transitorio y con fecha de caducidad. Y eso, por muy bueno que te parezca, ¡y lo sea!, no termina de convencernos. ¿Por qué? Porque, lo que es temporal nos está diciendo que un día me deja vacío y con más hambre. Pan para hoy y hambre para mañana no es un buen negocio.
¿O es que tú eres de los que piensas que los que tratamos de seguir a Jesús, con el testimonio de nuestra vida y la oración, queremos perder el tiempo? Es todo lo contrario, buscamos ese Tesoro tan deseado por todos, entre ellos tú también, que es la Vida Eterna en plenitud. Eso significa que es la Vida con todo lo que tú quieres - Felicidad - y para siempre.
Porque, en todo el mundo, llevamos ya más de dos mil años, no hay otra Palabra que, no solamente hable de la Vida Eterna, sino que la ofrezca gratuitamente por amor y lo demuestre con su Vida y sus Obras. La más importante su propia Resurrección para Gloria del Padre. Un Padre que nos presenta a su Hijo y que nos envía a Él para que nos enseñe el camino de regreso a Casa. Por lo tanto, abramos los ojos y pidámosle al Padre que nos lleve hasta el Hijo. Nos lo ha presentado en su bautismo y nos ha dicho que hagamos lo que Él nos diga.
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