Lc 5,33-39 |
Mientras se espera al que ha de venir es lógico y de sentido común que hay que prepararse - ayunos - y estar en una actitud penitencial de espera expectante y atenta de su llegada. Pero, resulta que, ahora, el Novio, Jesús, está aquí. El Mesías enviado ha llegado ya y es hora y tiempo de gozar de su estancia y presencia entre nosotros.
La vida toma un nuevo camino, es decir, una nueva forma de celebrar la presencia del Novio entre nosotros. Con su venida el ayuno y la espera ha terminado. Vivimos ya la realidad y la llegada del Reino de los Cielos, porque Jesús, el Libertados y Mesías enviado para liberarnos y salvarnos del pecado vive y está entre nosotros. Por tanto, ahora es el momento de la fiesta y del banquete Eucarístico que Jesús nos ha ido preparando con sus fiestas, comidas y Palabra.
Sus enseñanzas y actitud fraterna desembarca en el gran banquete Eucarístico de su última cena. No es momento ahora de sacrificios y ayunos, sino de misericordia y perdón. Una misericordia y perdón fundamentados en el amor y por amor a Jesús. Un banquete Eucarístico que nos fortalece y nos alimenta para, transformando nuestro corazón, alcanzar la plenitud del amor fraternos entre todos los hombres. Un amor fraterno que nos lleva a la renuncia de nosotros mismos para darnos, por amor, en solidaridad y fraternidad a los demás.
Todos nuestros ayunos y sacrificios estárán vinculados al banquete Eucarístico que Jesús nos ha dejado y regalado en y con su Cuerpo y su Sangre. Ahora no hace falta ayunar porque Jesús, el Novio, a través de la Eucaristía está presente entre nosotros y, con Él todo basta.
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