sábado, 24 de octubre de 2020

PREOCUPATE DE DAR FRUTOS

Lc 13,1-9

La respuesta, nuestra respuesta al Evangelio de hoy, es la de permanecer en dar frutos. Nuestros frutos, no lo de los otros, porque, no soy mejor que otro, y lo que debe importarme es de dar mis frutos, según los talentos que he recibido. ¿Qué debo hacer?  La respuesta de la parábola de la higuera responde a mi pregunta.

La realidad es que a pesar de nuestra buena voluntad la dureza del camino nos puede y nos fallan nuestras fuerzas y desfallecemos. Experimentamos nuestra debilidad y también nuestra inclinación al pecado, pero nunca debemos olvidar que nuestro Padre Dios es infinitamente misericordioso y nos espera, nos abre los brazos y nos anima a seguir caminando. Ese beneplácito con la higuera seca nos lo recuerda y nos impulsa a volver de nuevo al camino con nuevos bríos y fuerzas renovadas. En Él descansamos nuestra carga y retomamos fuerzas para continuar.

Con y en Él avanzamos con la esperanza de sabernos queridos, auxiliados, perdonados y plenos de gozo y felicidad a pesar del dolor y sufrimiento. Porque, en Él esperamos la salvación y la Vida Eterna, y esa esperanza, a pesar del dolor, la carga y sufrimiento, nos llena plenamente. Y todo eso nos da nuevas fuerzas para, a pesar de nuestra esterilidad, mantenernos firmes y fieles a su Palabra.

Y, por supuesto, los frutos, por su Gracia y para su Gloria, aparecerán, porque no serán por nuestros méritos sino por la Gracia de nuestro Padre Dios.

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