Mt 2,13-18 |
Podíamos parodiar la canción de Julio Iglesias, la vida sigue igual. Y decimos que sigue igual porque siguen las huidas y las amenazas de muchas familias que huyen de noche de la pobreza, del hambre, de las guerras y persecuciones. Así sucedió con la familia de Nazaret que tuvieron que trasladarse a Belén, cumpliendo el capricho de un poderoso - emperador romano Cesar Augusto - de medir la grandeza de su imperio.
Y sucedió que en ese ir llegó la hora del parto. Y Jesús nació en Belén sin tener un lugar adecuado pues no consiguió posada. Su nacimiento tuvo lugar en un establo abandonado, signo de pobreza y humildad. Pero, pronto tuvo que huir de nuevo, amenazado por otro poderoso - Herodes - que llevado por su envidia y temor de perder su reino le amenazó con su muerte. Y así salió para Egipto cumpliendo la profecía: «De Egipto llamé a mi hijo».
Y hoy sigue pasando lo mismo, muchas familias huyen de noche de los poderosos. Ellos son los que están detrás de todo esto. Son amenazadas y perseguidas por su fe; son obligadas a migrar, a dejar sus casas, a seguir las directrices de los poderosos. Ellos quieren mandar y organizar un nuevo mundo, imponer su pensamiento y obligar a que tú y yo lo aceptemos a la fuerza. Nos roban la libertad de ser libres y pensar por nosotros mismos. Quieren destruir las familias y las obligar a huir para, en la huida, dispersarlas, aislarlas y destruirlas.
Nada ha cambiado. Ayer fueron asesinados muchos niños inocentes por la ambición y envidia de un rey. Pero, hoy son asesinados - millones - ya desde el vientre de sus madres y propiciados por ellas. Los poderosos siguen amenazando y persiguiendo. Pero, nuestra esperanza descansa en esa Familia de Nazaret que, padeciendo esas amenazas y persecuciones, supo con paciencia, fe y perseverancia, no desviarse del camino que lleva al Padre.
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