Los fariseos, escribas y sumos sacerdotes apoyados en la ley de Moisés, decían pero no hacían. Es decir, una cosa era el decir y otra muy diferente el hacer. Presentaban exigencias para otros que ellos mismo luego no cumplían. Ese fue el panorama con el que Jesús se encontró y denunció. La ley del sábado y muchas otras que, en lugar de liberar al hombre, lo esclavizan.
Posiblemente suceda eso mismo hoy en día. Hay muchas leyes vacías de contenido y sin sentido que van más dirigidas al cumplimiento y normas que a la liberación del hombre. Porque, el núcleo de toda ley es el servicio y bien del hombre. Nunca puede estar sometido el hombre a la ley.
Sin embargo, la cátedra de Pedro nace de la coherencia del decir con el obrar. El decir es fruto del testimonio de lo que uno es y de lo que uno vive. Es el esfuerzo de vivir lo que tu palabra dice llevándolo a la vida a pesar de las propias debilidades y limitaciones de la carne. Porque, se trata de no vivir lo que tus apetencias carnales te piden, sino de vivir según y movidos por el Amor de Jesús.
No te mueve un interés personal, prestigio o lucimiento, sino el confirmar, fortalecer y compartir la fe con los demás, poniendo el énfasis en el servicio y el amor a los demás necesitados, sobre todo a los más pobres y necesitados. Y todo eso, apoyados en la Roca firme que es Pedro por la Gracia de Dios. De forma que todo lo que se construya en la apariencia, la mentira o el engaño queda excluido por sí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.