Es una constatación evidente que la economía se antepone a la salud y, por tanto, el interés tanto económico como material está antes que la propia persona y su bien espiritual, que es lo fundamental y prioritario. Porque, l material, aún siendo importante, es caduco, mientras lo espiritual es eterno. Y decimos esto porque la realidad nos lo presenta en cada momento.
El Evangelio habla de la llegada de Jesús a la región de los gerasenos y del encuentro que tuvo allí con aquel endemoniado. Dejamos lo que sucedió para que ustedes, amigos lectores, lo lean despacio y lo mediten. Yo me detengo, en este momento, en el resultado de lo acontecido. El Evangelio de - Mc 5, 1-20 - lo describe así: :... salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
Aconteció que llegada toda la gente del pueblo y viendo todo lo sucedido, lo que les preocupó e interesó es que ser fuera de allí aquel que había causado la muerte de esos dos mil puercos. Esa era la gran pérdida y la gran preocupación. Apenas les importó ver al endemoniado curado y sano. El dolor y la tragedia la personificaban la pérdida de los puercos. Es decir, el valor material y económico. El endemoniado - la persona - estaba en segundo plano y su salud y situación no importaba tanto. O, al menos por lo descrito en el Evangelio, estaba primero el interés económico.
¿No nos recuerda lo aquí descrito con lo que está sucediendo ahora mismo en nuestras vidas? El debate está abierto, ¿es la salud primero o la economía? O, quizás, dicho de otra manera ¿es necesario cuidar la salud para proteger la economía? Busquemos luz en Aquel que nos la puede dar para alumbrar nuestra vida.
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