La profecía de Isaías dice: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz»
Y todo lo profetizado en Jesús se cumple. Arrestado Juan empieza Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los Cielos» Recorría toda Galilea predicando en las sinagogas, anunciando la Buena Noticia y curando enfermedades y dolencias por todos los lugares donde pasaba. Pronto su fama se extendió por toda la región.
Posiblemente acudían a Él por la fama de curar enfermedades, dar la vista a los ciegos, andar a los paralíticos y expulsar a demonios…etc. Y hoy nos sucede igual. Acudimos al Señor pensando que la vida nos va a cambiar y que los problemas se van a resolver y, de no ser así, nos alejamos y le damos la espalda. Muchos buscan soluciones materiales pero no se cuidan de crecer espiritualmente ni de acoger en sus corazones esa Buena Noticia de la que Jesús nos habla y nos invita a ser partícipes.
De cualquier forma, la Iglesia está siempre ahí para acoger y atender a todo el que se acerca y está necesitado – Cáritas – siguiendo el mandato de su fundador, nuestro Señor Jesús, y abriendo, como Él nos enseñó, los brazos a todo el que se acerca con buena intención y necesita ayuda. El amor no tiende bandera ni frontera, ni exige nada. Sólo se da gratuitamente en beneficio de buscar el bien, dar felicidad y gozo. Pero, sólo quienes, correspondiendo y dando eso que reciben serán también recompensado de la misma manera: Vida Eterna en gozo y plenitud.
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