Sólo lo sabe Él y su Padre del Cielo. Había estado antes en larga oración y escucha y, cuando lo decide, elige a los doce – de entre todos sus discípulos – para que formen con Él ese grupo apostólico que dará nacimiento a la Iglesia, nuestra Santa y Madre Iglesia.
¿Cuál fue el criterio de la elección? Sólo lo sabe quién es capaz de conocer y saber el pensamiento más profundo que vive en el corazón humano. Y, en consecuencia, sabe de tus pensamientos, tus capacidades, tu disponibilidad, tu entrega y…etc. Sabe lo que has recibido – Mt 25, 14-30 – y lo que, en el ejercicio de tu libertad, puedes dar. No quiere ni pide más de ti, simplemente que, lo que has recibido lo compartas, lo ofrezcas y lo entregues de la misma forma que Él te lo ha dado, gratuitamente y por amor.
Supongo y quiero pensar que de esa forma, Jesús, el Señor, eligió a sus doce más inmediatos colaboradores. Los conocía perfectamente y en profundidad, como también nos conoce a cada uno de nosotros. A ti y a mí también nos llama. Y eso nos exigirá indagar, mirarnos y buscar dentro de nuestro corazón lo que hemos recibido. El camino, el riesgo, en atrevimiento y la buena intención, siempre abiertos a la acción del Espíritu Santo, nos indicará, tanto lo que tenemos que hacer, como donde podemos y tenemos que esforzarnos. Mirar nuestros talentos recibido será lo primero que tenemos que pedirle al Señor: ¡Señor, ayúdame y enséñame a descubrir los talentos o pobrezas que me has dado para ponerlos en tu presencia y en beneficio de todos mis hermanos en la fe!
No podemos negarnos, y menos conformarnos con conservarlo y enterrarlos. Es de sentido común que se nos pedirá cuenta, porque, todo lo que tú no hagas – en bien de los demás – quedará sin hacer, al menor por ti. Y será tu responsabilidad. ¿No sientes ese deseo profundo de amar, de hacer el bien? ¿No se inunda tu corazón de felicidad cuando experimentas que has ayudado a alguien? ¿O, simplemente cuando eres capaz de perdonar? Luego, ¿no descubres que es en el Amor donde realmente está la felicidad?
Te por seguro que Jesús también te ha elegido a ti, Su invitación al bautismo te lo señala claramente. Ahora, te toca a ti descubrir cuál es tu cometido y tu misión. Para eso has recibido al Espíritu Santo en la hora de tu bautismo
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