Y esa tragedia
sigue viva hoy de la misma forma que ayer. Tras el trascurso de veinte y un
siglo que vamos recorriendo la cuestión sigue siendo la misma: ¿Es ese Jesús
venido al mundo el Hijo de Dios? Muchos le siguen y le creen a través del anuncio
de la Iglesia;; otros se resisten a creerle y rechazan el anuncio y enseñanza
de la Iglesia.
¿Y tú qué dices?
Porque, el problema eres tú y yo. Somos nosotros los que tenemos que decidir.
Nadie lo hará, ni puede tampoco, hacerlo por mí ni por ti. Seremos nosotros los
que tendremos de decidir y optar por seguirle o rechazarle. Cada persona será
responsable de sus decisiones si bien muchas serán inducidas por otras a tomar
un camino u otro.
Por eso la gran
responsabilidad que tenemos muchos que hemos recibido la capacidad de entender y, sobre todo, el don de la fe. Anunciar la Buena Noticia es un compromiso que
tenemos que hacer para salvar a muchos que quizás no la saben tomar o se ven
confundidos por tantas noticias falsas que esconden una aparente felicidad que
les engañan y les pierden.
Jesús viene precisamente a rescatarnos, a levantarnos y sacarnos de esa cuneta de la historia donde el hombre ha caído por el pecado. Ese es nuestro drama, tenderle la mano a Jesús, el Hijo de Dios, y asidos a Él salir de la esclavitud del pecado liberándonos de la condenación eterna y llamados a la felicidad y vida eterna. Esa es nuestra esperanza, nuestro gozo y alegría con la que culminaremos esta próxima semana Santa.
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