Nos preguntamos,
¿estamos convencidos de que está en medio de nosotros? Esa es la propuesta de
Juan el Bautista, Jesús ya está entre nosotros. Y eso descoloca a los que le
escuchan. El pueblo de Israel espera a un Mesías, pero Juan afirma ya de manera
contundente que ese Mesías esperado ya está entre nosotros.
¿Y tú, lo
entiendes así, o todavía lo esperas? Quizás ya ni eso, se te ha ido el tiempo
y, no solo no lo esperas sino que ya no crees ni que hay venido. Igual
posiblemente nunca lo has esperado de una forma seria, confiada y profunda.
Quizás no hayas tenido un encuentro con Él ni tampoco lo hayas buscado.
Es buena hora para
preguntarnos: ¿Esperamos de verdad nosotros a ese Mesías del que Juan nos
habla? ¿Y, realmente, lo hemos celebrado así en estas fiestas de Navidad? Será
bueno y necesario hacer una pequeña reflexión de la, no solo necesidad, sino de
la importancia vital de que el Mesías prometido vino y está entre nosotros. Lo
estuvo en aquel tiempo de Juan el Bautista, y está ahora entre nosotros.
Jesús vive realmente y palpita en nuestro espíritu, que vive en Él. Mira, sería absurdo preguntarnos si hay que comer, o respirar. Sabemos ciertamente que eso lo necesitamos obligatoriamente para vivir. Sin aire y alimentos no podemos comer. De igual manera, tu espíritu – alma – necesita al Señor. Nuestro espíritu se muere sin la presencia del Señor y queda en manos del demonio, del mundo y la carne que lo llevarán a la condenación eterna. Y eterna quiere decir que no muere sino que vive en horrible sufrimiento eternamente.
La única
diferencia es que si las necesidades corporales son obligadas, necesarias y vitales, las
del espíritu son libres y opcionales. Tienes, entonces, dos caminos que escoger – Dt 30, 15
– porque así lo ha querido el Señor, y porque así puedes demostrar y expresar
tu elección y amor por el Señor. No sería verdadero ni auténtico, ni opción libre, si fuese
como el alimento obligatorio. Sería un amor por obligación, interesado o por conveniencia.
En consecuencia, preguntarnos por si es obligatorio visitar y recibir el alimento Eucarístico estaría de más si realmente hemos descubierto que lo necesitamos para que nuestro espíritu y, también nuestro cuerpo, vivan eternamente. Se hace necesario buscarlo, comerlo y alimentarnos de Él lo más posible.
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